VANESSA CASTELEIRO | FOTÓGRAFA, AUTORA DE LA EXPOSICIÓN ‘VOLVER A EMPEZAR’
“Yo misma tuve que quitarme mis propios estereotipos y clichés para entrar a fotografiar en la prisión. Leí y me informé mucho”
LA OPINIÓN A CORUÑA: JACOBO CARUNCHO FOTOGRAFÍA: CARLOS PARDELLAS
Para celebrar los 25 años de la apertura de la cárcel de Teixeiro, la fotógrafa Vanessa Casteleiro, colaboradora de LA OPINIÓN, ha atravesado los muros del centro penitenciario cámara en mano para captar la realidad de las personas que conviven en el centro y “acabar con los estereotipos” a través de su objetivo. Un trabajo que muestra la parte más humana del centro y que queda recogido en la exposición Volver a empezar, que cierra este viernes sus puertas en la Fundación Barrié.
¿Cómo surgió la idea de esta exposición?
Llevaba años dándole vueltas a la idea de entrar en la cárcel y captar su realidad. Ya había entrado antes por trabajo, a cubrir actos, pero quería conocer la verdad del centro y de las personas que conviven allí, buscar esa parte más humana.
¿Qué objetivo buscaba adentrándose en la prisión?
Quería saltar los muros y acabar con los estereotipos mostrando de una forma cercana y humana otra imagen a la que se suele tener de la cárcel y los presos, una imagen real. Los trabajos de este tipo que se suelen hacer en la cárcel a veces van más en la línea de lo desconocido, llegando a lo morboso.
¿Y con qué se encontró?
Con algo muy distinto a lo que la sociedad entiende por una prisión. Solemos pensar en las cárceles como lugares oscuros, de poca luz, y son todo lo contrario. Son lugares llenos de luz y color. Los perfiles que te encuentras allí son muy variados, pero todos se alejan del típico preso que nos venden las películas. Tampoco las instalaciones son las que pensamos que hay, ni el trato hacia los funcionarios. Son todo leyendas, cosas que igual ocurren en otros países o son de hace muchos años.
Usted suele buscar el empoderamiento de la mujer a través de su cámara. ¿También lo ha intentado hacer en este trabajo?
De esa idea partió todo. Lo primero que propuse fue un proyecto sobre mujeres en la cárcel, a raíz de dos presa de las que ya conocía su historia, Ambra y Génesis. Ellas fueron mi inspiración porque tienen muchas ganas y voluntad. Tienen claro cómo ven la vida y cómo quieren verla a partir de ahora, que todo va a ir bien.
¿Tenía alguna referencia para realizar la idea de ese proyecto?
Tenía como referencia a Pilar Aymerich, Premio Nacional de Fotografía, que tiene un trabajo sobre las mujeres en la cárcel entre los años 1976 y1978. Aquellas mujeres estaban presas, entre otros motivos, por abortar. Ahora estamos en otro contexto totalmente diferente, pero ella también situó a las mujeres en sitios sin estereotipos ni clichés, de una forma muy natural.
Y una vez que ha visitado la cárcel, ¿qué conclusiones saca sobre la presencia de las mujeres en prisión?
Las mujeres son minoría, con mucha diferencia, y tienen causas comunes para llegar a la cárcel. Los delitos que cometen son menos violentos y la gran mayoría son madres, a veces de muchos hijos.
¿Este trabajo es muy distinto a todo lo que había hecho anteriormente?
Sin duda, ya solo por el hecho de estar allí. Pero para este trabajo ha sido muy distinta la preproducción, especialmente a la hora de entender qué pasa con los presos y presas. Tuve que quitarme yo misma mis propios estereotipos y clichés para entrar a fotografiar. Leí y me informé mucho. Quise aprender todo el funcionamiento para comprender el tema mucho mejor. Si no te adentras en el tema no puedes llegar a hacer un buen trabajo.
¿Y le costó que los presos y presas se abriesen y compartiesen sus historias?
No creas. Cuando les contamos la historia, cómo queríamos enfocarlo y ellos vieron el interés genuino de contar no tanto el motivo por el que estaban en prisión, sino cómo estaban viviendo allí y las ganas que tenían de hacer las cosas bien a la hora de salir sintieron la confianza para abrirse. Entendieron que esto era un trabajo en beneficio de ellos, para mostrar su realidad a la sociedad.
Sus fotografías quedan recogidas en la exposición Volver a empezar. ¿Le mostraron sus temores sobre su salida de la prisión tras cumplir condena?
La libertad es con lo que sueñan y tienen mucha voluntad de hacerlo. Pero cada uno tiene su situación personal y algunos temen salir y no tener un presente. No todos tienen a alguien que les espere fuera, o no están en su territorio… Pero todos quieren hacer una vida normal y que la sociedad no les estigmatice.
¿Le temen a ese estigma social?
Ese es el gran proceso de todo este tema, la gran historia de todos ellos, cómo van a ser recibidos a su salida. Pero el problema está en la sociedad, no en ellos. Deberíamos preguntarnos qué podemos hacer nosotros para cambiar esa visión, facilitarles su salida y darnos cuenta de que son personas, como tú o como yo. Detrás de cada preso hay una historia, una familia, unas inquietudes…
Y su exposición seguro puede ayudar en ese sentido…
Hay gente que ha venido y se ha quedado sorprendida, se ha encontrado con cosas que nada tienen que ver con lo que en realidad pensaban de la cárcel.
¿Qué le ha aportado este trabajo a nivel personal?
Esta ha sido una experiencia personal y profesional increíble. Me hizo reflexionar mucho y pude llegar a notar toda la intensidad que supone vivir en la cárcel.
