Crisis del coronavirus
Los hechos, que tuvieron lugar el pasado viernes y estuvieron protagonizados por unos sesenta internos, concluyeron de forma pacífica
LARIOJA.COM (CARMEN NEVOT).- El SARS-CoV-2, el virus que provoca la enfermedad COVID-19 empieza a hacer temblar la relativa calma del centro penitenciario de Logroño. El viernes pasado unos sesenta internos del módulo 6, una especie de cajón de sastre donde se alojan los presos comunes, protagonizaron un plante en el patio de la prisión. Según diversas fuentes del centro, los reclusos reclamaban que los funcionarios utilicen mascarillas para evitar que el nuevo coronavirus se cuele a través de ellos en las instalaciones y que se efectúen las PCR, es decir, las pruebas para detectar la presencia del nuevo coronavirus.
La protesta concluyó sin más incidentes y de forma pacífica. Los internos, tras la intervención del director y del subdirector de seguridad y la profesionalidad de los funcionarios, regresaron a sus celdas.
El plante, señalan las mismas fuentes, no es más que otra muestra de que los ánimos en el interior de la prisión se caldean por momentos no solo por el temor al coronavirus, sino por las medidas que el Ministerio del Interior aplica a todos los centros penitenciario mientras dure el estado de alarma por la crisis del coronavirus. Están suspendidos los permisos, las visitas de familiares y amigos (que no se pueden ver ni siquiera a través de las mamparas de los locutorios) y, por supuesto, los vis a vis. A cambio, Instituciones Penitenciarias incrementó de diez a quince el número de llamadas que pueden hacer a la semana.
Suspendidas las visitas, especialmente los encuentros más íntimos, de acuerdo con las mismas fuentes, se cerró la principal vía de suministro de droga de los penados, y ahora «intentan compensarlo trapicheando con las pastillas prescritas que se reparten dentro».
Una situación que tensa aún más la ya de por sí difícil convivencia entre los penados que temen la llegada del virus a un centro, de momento, libre de la infección. Desde que comenzó la crisis solo uno de los internos de nuevo ingreso tuvo que ser aislado por sospecha de coronavirus. Finalmente, la prueba dio negativo y no hubo mayor problema.
Además, el de Logroño fue uno de los primeros centros penitenciarios en sufrir las restricciones. Antes incluso de que se decretase el estado de alarma, la Secretaría general de Instituciones Penitenciarias envió instrucciones de restricción de accesos a todos los establecimientos penitenciarios de Madrid, Álava y La Rioja como medida de contención del coronavirus, suspendiendo todas las comunicaciones familiares de convivencia e íntimas.
Precisamente este lunes, el sindicato Acaip-UGT ha trasladado un escrito a la Consejería de Salud solicitando que a todos aquellos trabajadores declarados como servicio esencial que deben acudir al centro penitenciario de Logroño se les realice el test para detectar la presencia del virus.
En una nota recuerdan que las prisiones son instituciones cerradas, de manera que el posible contagio en su interior «podría tener gravísimas consecuencias, no solo a nivel sanitario, sino de seguridad, tanto para trabajadores como para internos». De ahí, señalan, la necesidad de trabajar en medidas de prevención que permitan minimizar el máximo posible los posibles riesgos de contagio, así como la detección de los casos que puedan producirse en el personal que accede al centro.
Aseguran que a día hoy, hay trabajadores del centro que, presentando síntomas compatibles con la infección por coronavirus y a pesar de haberse puesto en contacto con los teléfonos de los centros de salud de su zona, no se les ha realizado las pruebas de detección. Aunque se encuentran en cuarentena en sus domicilios, en fases iniciales, pueden haber contagiado a otros trabajadores e internos. Por ello, es vital la realización de las pruebas de detección.