Las peticiones de Antonia Jiménez de que se investigue la muerte de su hijo Manuel en prisión apenas circulan por las redes. Permanecemos indiferentes porque Manuel es gitano y pobre, porque no es “uno de los nuestros”. Pero su muerte es política y, cuando miramos a otro lado, somos responsables.
Opinión. Planeta. Brigitte Vasallo. En septiembre de 2017, Angela Davis vino a Barcelona. Las entradas para ver su conferencia se agotaron en pocas horas, la organización montó una sala paralela para verla en streaming y en varios locales de la ciudad se propusieron visionados en grupo para escuchar a la gran Davis, a nuestra Davis. En diciembre de 2017, la familia Fernández Jiménez hizo una rueda de prensa para denunciar la falta de información y la brutalidad que rodean la muerte de su hijo, Manuel, en régimen de aislamiento en la prisión de Albocàsser (Castellón II), sucedida en octubre de ese año. A pesar del apoyo de la Asociación de Gitanas Feministas por la Diversidad, el caso de Manuel no despega. La noticia de su muerte y las peticiones de su madre, Antonia, apenas circulan por las redes y no se incluye su historia en los casos de muertes recientes bajo custodia estatal a pesar de estar ahí. La muerte de Manuel no despega a nivel mediático y no despega a nivel emocional. Él es invisible. Su madre, Antonia Jiménez, no es nuestra Ángela Davis. Los hermanos Soledad y el gitano Manuel Ángela se convirtió en La Davis cuando se involucró en los comités por la liberación de los hermanos Soledad. Uno de ellos, George Jackson, cumplía cadena perpetua por una serie de sucesos acaecidos en prisión, en un periplo penitenciario que habían empezado con el robo de 70 míseros dólares en una gasolinera. Una condena de por vida que, efectivamente, le llevó a morir asesinado en la cárcel a la edad de 29 años, diez de ellos pasados en prisión, siete de los cuales en régimen de aislamiento. George Jackson era un prisionero invisible como cualquier otro, un preso común que se fue politizando en contacto con los Black Panthers y que ganó una notoriedad que no le salvó la vida, bien al contrario. Pero fue todo ese halo que se generó a su alrededor, y la presencia de personajes carismáticos como una Ángela que en breve sería la Davis, lo que generaron el despegue del caso de los hermanos Soledad. Un despegue, reitero, que no sirvió para salvarle la vida, pero que generó una cierta consciencia sobre la injusticia del sistema penal y del sistema de prisiones. (Texto completo en pdf adjunto)
Documento PDF: