“Mi hijo se mató por miedo”

SUICIDIO EN LA PRISIÓN DE PUERTO 1

La madre de Manuel Fuentes, que se suicidó la semana pasada en Puerto 1, cuenta sus últimos días. Es el preso número 64 que muere en cárceles españolas en sólo cuatro meses

DIARIO DE CÁDIZ (PEDRO INGELMO).- ‘Manolo hablaba conmigo y me decía que estaba muy mal, aunque yo le veía bien. Le había visto mucho peor otras veces. No me lo creo, no me puedo creer aún esa llamada a las diez y media del director de la prisión. Me lo dijo muy fríamente. Su hijo ha muerto esta noche. Echo la vista atrás y pienso en él que era un chico trabajador, tan atento, tan cariñoso…’ Manuel Fuentes Toledo, malagueño de 31 años, fue encontrado ahorcado de una sábana en su celda hace una semana a las siete de la tarde. Durante más de media hora los funcionarios trataron de reanimarle y volverle a la vida. Fue imposible. Su muerte se certificó a las ocho de la tarde. Era el preso número 64 que moría en las cárceles españolas en los últimos cuatro meses. La mayoría por suicidio y otra parte de ellos por sobredosis. ‘Es una situación insostenible’, denuncian los funcionarios de prisiones, que desde hace tiempo protestan por su falta de seguridad, pero también por no tener los medios suficientes para atender convenientemente a la población reclusa. En Puerto 1 tienen destino tres médicos, dos de ellos están de baja. No los reponen. Es sólo un ejemplo. La historia de Manuel apunta a un trastorno que tuvo de detonante un desengaño amoroso. Ahí se torció su vida. Hasta entonces nada indicaba que Manuel fuera a ser carne de presidio. La única prisión que había pisado hasta su caída al abismo fue la preventiva en Mallorca y salió absuelto. Se trataba de una redada contra el fraude a la Seguridad Social en una empresa dedicada a las revisiones de gas. Él trabajaba de instalador. No tenía nada que ver y fue puesto en libertad. Su currículum abarca todo tipo de profesiones. Trabajó en Málaga de camarero, albañil, instalador de ascensores. ‘Era un buscavidas, tenía dinero ahorrado y la casa de campo que había heredado de su padre y que estaba acondicionando’. Hasta que la vida se le torció. ‘No fue mucho tiempo -relata Lucía, su madre-. No serían más de cuatro meses cuando cayó en esa depresión y empezó a fumar droga, cocaína y heroína. Estaba irreconocible. Ni yo le quería en casa. En ese tiempo fue cuando cometió los errores que le llevaron a la cárcel. Se quedó sin dinero, lo dilapidó, estaba frenético y cometió un robo con violencia. Le condenaron a dos años y dos meses’. (DOCUMENTO COMPLETO EN PDF ADJUNTO)

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