Ha llegado el momento de asumir un debate serio y riguroso acerca de la necesidad e idoneidad del aislamiento penitenciario, así como de escuchar con detalle el daño que genera
EL DIARIO.ES CATALUNYA – (ANDRÉS GARCÍA BERRIO).- Hace unos años comencé a trabajar en la denuncia de las vulneraciones de derechos que acontecían en el marco de la privación de libertad. En mi aproximación a dicha realidad hubo una cuestión que desde el principio me impacto muchísimo. A pesar de haber pasado por la carrera de Derecho apenas tenía conocimiento de lo que era el aislamiento penitenciario. No sabía que en las cárceles había un régimen que suponía la permanencia de una persona durante días, meses e incluso años en una rutina en la que se pasaba 21 h. al día en una celda. Con un rato de patio, o mejor dicho, con un rato de celda al aire libre compartida con otra persona (y en ocasiones con ninguna). Sin actividades a realizar prácticamente. Para explicaros lo que es el aislamiento os puedo hablar de María, la primera persona que acompañé y defendí. Una persona que tras sufrir intentos de suicidio fue clasificada en primer grado penitenciario en Brians 1 como consecuencia de un conflicto con un grupo de funcionarias a las que ella acusaba de malos tratos. Recuerdo la angustia que le provocaba el hecho de estar sola día tras día encerrada en una celda de pequeñas dimensiones. Pensaba que no lo iba a poder soportar y las conversaciones acerca del suicidio fueron realmente duras. Logró aguantar y en su caso logramos que saliera de aislamiento tras pasar varias semanas ‘volviéndose loca’, según sus propias palabras. Las personas que trabajamos en relación al medio penitenciario, sabemos que no sólo la tasa de suicidios es mucho mayor en prisión y que se dispara en el régimen de aislamiento, sino que la idea de acabar con la vida es desgraciadamente muy recurrente en prisión, y que dicha idea se multiplica en aislamiento de una manera que asusta. (…) TEXTO COMPLETO EN ARCHIVO .PDF ADJUNTO
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