La memoria enterrada de la cárcel de Ventas

Presas políticas del franquismo y sus descendientes pelean contra el olvid

El Ayuntamiento de Madrid ha puesto en marcha un proyecto para recordar la prisión femenina de Ventas, la más poblada de España en los 36 años que funcionó. Ideada en la República como una cárcel hospitalaria, en la dictadura se convirtió en un almacén de presas de izquierdas, hacinadas en condiciones insalubres bajo las normas del nacionalcatolicismo. Sufrieron trabajo esclavo para redimir penas, la ausencia de los hijos mayores de tres años, un rancho deplorable... Una web municipal difunde testimonios y documentos inéditos sobre la prisión de la que salieron las `Trece Rosas´ hacia el paredón.

INTERVIU.ES. (ANA MARIA PASCUAL). El mayor símbolo de la represión franquista contra las mujeres republicanas, demócratas y militantes contra la dictadura desapareció sin dejar rastro hace 45 años, cuando el edificio de la madrileña cárcel de Ventas fue derribado. Cerca de la Plaza de Manuel Becerra, al lado de la autovía de la M-30 y próxima a la Plaza de Toros de las Ventas, la prisión femenina más poblada de España, escenario de salvajes sacas durante la Guerra Civil -entre julio de 1936 y marzo de 1937 fue cárcel masculina- y los primeros años de la posguerra, se convirtió en un complejo de viviendas a finales de los años 70. Hoy pocos vecinos saben que, en vez de viviendas de lujo y de un pequeño parque público, en la calle Marqués de Mondejar se alzaba la cárcel de donde salieron hacia el paredón las llamadas Trece Rosas en 1939. Para recuperar la memoria de las presas políticas que se hacinaron entre los muros de la prisión de Ventas en los años 40 y de las que lucharon contra el franquismo en los 60, el Ayuntamiento de Madrid ha puesto en marcha un proyecto del que acaba de inaugurar su primera fase: la página web carceldeventas.madrid.es. El portal, de una manera gráfica y ágil, explica la historia de la prisión, desde su inauguración, en 1933, hasta su clausura, en 1969. Difunde los nombres de las presas fusiladas en las tapias del Cementerio de la Almudena, los testimonios de algunas de las primeras y de las últimas reclusas del franquismo. Unas 400 fotografías ilustran el paso por Ventas de mujeres que pagaron con largas condenas su compromiso democrático. La evolución de la prisión de Ventas primero como una cárcel modelo, ideada por Victoria Kent -la primera mujer que dirigió Prisiones en España-, y más tarde, en la postguerra, como un almacén de reclusas refleja la mismísima historia de España desde la II República hasta la Transición. El arquitecto Manuel Sainz de Vicuña diseñó un edificio de corte racionalista donde imperaban la entrada de luz, las paredes blancas y las terrazas para que tomasen el sol las presas y sus hijos. Su nieto ha colaborado en el proyecto municipal aportando los planos del edificio y fotografías inéditas de la cárcel en los primeros años de funcionamiento. Celdas como jaulas Natividad Camacho García-Moreno (Ciudad Real, 1947) no encontró en la cárcel de Ventas la armonía arquitectónica plasmada por Sainz de Vicuña. Más bien halló algo parecido a un zoológico entre los muros de la prisión. Corría 1968. La cárcel se estaba cayendo, acuciada por las humedades, los desconchones y grietas en las paredes. ‘Se caía como el régimen’, dice Natividad, por entonces trabajadora del sector textil y que desde las Juventudes de Comisiones Obreras había luchado desde muy jovencita para mejorar las condiciones laborales de las aprendizas. Una nueva oleada de presas políticas llegó a Ventas en los estertores del franquismo, que con virulencia reprimió a los oponentes democráticos, incluidas a muchas mujeres. En la causa abierta contra Natividad Camacho, otras 17 mujeres fueron procesadas por el Tribunal de Orden Público. La Policía detuvo a 94 personas que se habían reunido en la localidad madrileña de Zarzalejo para asistir a una asamblea ilegal -como todas entonces- de Comisiones Obreras, el 31 de marzo de 1968. El relato de Natividad sobre lo que encontró en la prisión de Ventas es sobrecogedor. ‘ Me metieron en una especie de jaula. Se llamaban celdas de período. Estuve allí, en aislamiento, cuatro días. Estaban cubiertas con tela metálica, de esa de gallinero, en la mitad superior, y la otra mitad, con ladrillo. Daban la sensación de ser jaulas de zoológico’. Natividad coincidió en Ventas con Pilar Brabo, dirigente del PCE en la Universidad, y con Encarnación Formentí y Pilar Pérez Benito, conocidas como Cani y Pili, militantes del PCE Marxista-Leninista. ‘Cada una estaba en una celda individual que daba a un patio. La inmensa mayoría de presas entonces eran las llamadas comunes: ladronas, prostitutas, a las que en el argot carcelario llamaban piculinas, que entraban y salían de la cárcel continuamente; también había matronas que habían practicado abortos clandestinos. Era un submundo de miseria’, explica Natividad. Texto complero en pdf adjunto.

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