Su directora, Elena Cánovas, agradeció el apoyo de la Secretaría General de Instituciones Penitenciarias y de Madrid I, sede del grupo teatral, durante todos estos años de actividad
INSTITUCIÓN PENITENCIARIA.ES.- La compañía de teatro YESES, con sede en el centro penitenciario Madrid I (mujeres), recibió el pasado lunes el reconocimiento el mundo del teatro al hacerle entrega del premio Max al Aficionado a las Artes Escénicas en la gala de la XX edición de los Premios Max, celebrada en Valencia. Elena Cánovas, directora del grupo teatral, fue la encargada de recoger dicho galardón, acompañada por varios actores y actrices. En su intervención, Cánovas agradeció la sensibilidad del comité organizador al poner el foco en un espacio que se caracteriza por su oscuridad, como es una prisión. Reconoció que el premio es para las cerca de 1000 presas que han pasado por el grupo a lo largo de sus 32 años de funcionamiento y para los actores y actrices profesionales que ‘le han dado un plus de seriedad y rigor’ al proyecto YESES. A lo largo de todo este tiempo, la compañía ha representado más de 50 textos teatrales dentro de las prisiones y también fuera de ellas porque si algo caracteriza a YESES, compañía nacida en la antigua prisión de Yeserías, es su trabajo y esfuerzo para convertir el teatro en herramienta de reinserción social. Sus representaciones han sido aplaudidas en escenarios de la Comunidad de Madrid y fuera de ella, como en el Forum Universal de las Culturas de Barcelona o en el III Encuentro Europeo de Teatro y Prisión, celebrado en Berlín. Elena Cánovas quiso también tener palabras de reconocimiento para la Secretaría General de Instituciones Penitenciarias, el centro penitenciario Madrid I y la Dirección General de la Mujer de la Comunidad de Madrid, por su apoyo y labores de patrocinio en los últimos 20 años. Tras las palabras de la directora, una actriz YESES habló como representante del resto de mujeres presas para agradecer al teatro que ‘me ha dado tanto’ ya que esta arte escénica dentro de las prisiones hay que entenderla como una actividad que les permite a las personas privadas de libertad aprender, compartir y entender otras formas de vida, ajenas a las suya. Les facilita la reflexión, les libera de ciertas ataduras y les permite reconducir sus vidas, alejadas del mundo del delito.