Es la última previsión que maneja el Gobierno, a la espera de la negociación presupuestaria El proyecto, ya redactado, se está adecuando a la parcela del polígono de Eskuzaitzeta donde se ubicará el centro penitenciario
DIARIO VASCO.ES – (AINGERU MUNGUÍA, SAN SEBASTIÁN/DONOSTIA).- Todo parece indicar que, esta vez sí, la nueva cárcel saldrá a licitación este verano, se empezará a construir a partir de finales de año o principios del que viene y abrirá sus puertas en la primavera del año 2020. Son las últimas previsiones que maneja el Gobierno central, si la negociación de los Presupuestos Generales del Estado fructifica. San Sebastián espera como agua de mayo la noticia dado que desde un año antes habrá finalizado la primera fase del desarrollo residencial de Txomin Enea y la segunda fase no se podrá acometer hasta que la prisión de Martutene no se derribe. La historia de la construcción del nuevo centro penitenciario de Gipuzkoa es la de nunca acabar. La decisión se tomó en 2005 y los trabajos de construcción aún no han salido a concurso. Durante estos años ha pasado de todo. El Gobierno central ha cambiado de manos (del PSOE al PP), ha habido un año entero de interinidad con un ejecutivo en funciones, ha pasado una de las crisis económicas más duras de la historia reciente, se ha procedido al redimensionamiento del proyecto penitenciario inicial y se han abierto nuevas cárceles en los alrededores (Pamplona y Zaballa) cuyo bajo nivel de ocupación han encendido las alarmas en el Ayuntamiento donostiarra por si el Ministerio del Interior se lo pensaba dos veces a la hora de construir la cárcel de Zubieta. No será así. Gipuzkoa tiene una imperiosa necesidad de cerrar el centro penitenciario de Martutene por el hacinamiento de su población reclusa (361 internos en 118 celdas) y las malas condiciones que caracterizan este equipamiento, y también por necesidades urbanísticas. La parcela penitenciaria se encuentra dentro de un desarrollo residencial, el de Txomin Enea, que ya ha comenzado a ejecutarse en su primera fase. Otra de las claves de que no habrá marcha atrás con este proyecto es que el pasado mes de noviembre representantes de la Sociedad de Infraestructuras y Equipamientos Penitenciarios (SIEP) con su presidente, Andreu Roca, a la cabeza, firmaron en San Sebastián el acuerdo de compra de la parcela de la cárcel mediante el pago de 2,08 millones de euros (IVA incluido). La delegación del SIEP se cuidó muy mucho de avanzar alguna fecha sobre la construcción del centro penitenciario y lo condicionó a la aprobación de los Presupuestos Generales del Estado para 2017. En medio de este debate, fuentes cercanas al Gobierno central explicaron que la previsión actual es la de sacar a licitación las obras del centro penitenciario este verano, para iniciar su construcción a finales de año o comienzos de 2018. Si estos planes no sufren nuevas modificaciones, la prisión estaría construida a principios de 2020 y su puesta en funcionamiento se podría producir en la primavera de este año. El coste total del proyecto asciende a 94,7 millones de euros (IVA no incluido). En esta cantidad se incluye tanto la obra principal (64 millones), como la compra del terreno, los gastos de urbanización, los equipamientos y la asistencia técnica. El SIEP procede en la actualidad a encajar y adecuar el proyecto a las características físicas de la parcela y también a cursar la tramitación ambiental del proyecto ante la Diputación. El Centro Penitenciario Norte III (este será el nombre oficial) se construirá en una parcela de 287.772 metros cuadrados. Dispondrá de seis módulos residenciales y uno polivalente, con un total de 508 celdas, cuatro de las cuáles serán individuales destinadas a personas de movilidad reducida. En principio, el uso de las celdas generales, será individual, si bien podrán acoger a dos reclusos si fuera necesario. A ello hay que sumar hasta 80 celdas complementarias más, distribuidas en el módulo de régimen cerrado (24 individuales), de enfermería (32 celdas) y de ingresos, salidas y tránsitos (24). En total, 588 celdas. Además de ganar en tamaño -la cárcel de Martutene descansa sobre dos hectáreas de terreno-, la distribución en el nuevo penal permitirá solucionar uno de los mayores déficits que tiene Martutene, como es la imposibilidad de separar a los reclusos según su delito o sus características (primarios y reincidentes, jóvenes y mayores). El complejo penitenciario se completará con instalaciones deportivo-culturales, para realizar talleres productivos y formativos, para comunicaciones (destinado a las visitas), cocina, lavandería, y puestos de control.
