La cárcel de la cárcel

LEVANTE-EMV.COM – (FRANCISCO ALGUACIL).- Hace unos días amanecía con la amarga noticia de la muerte de un policía en Valencia mientras trataba de detener al presunto autor del macabro descuartizamiento de un hombre, que se halló en el interior de una maleta en el centro de Valencia. Absolutamente horrible. Como era de esperar, tras los sentidos pésames siempre aparece un sector de ilustrados que abogan por un aumento de pena para reducir este tipo de casos. ¿Un aumento de pena? El homicidio (ojo, no el asesinato) de un policía de servicio está castigado con una pena más que suficiente: hasta 22 años y medio de cárcel. ¿Alguien se cree que a mayor estancia a la sombra, mejor persona se vuelve uno? ¿O es que por el contrario, quizá deberíamos de dejar de prestar atención a la duración de la pena y centrarnos en su intensidad? Es simple: hagamos que esa estancia sea útil. Útil para el delincuente, y además útil para la sociedad. Ya que no hemos sido capaces de evitar que ocurra, seámoslo para evitar que se repita. Porque en España nadie está en la cárcel eternamente. Aumentar las penas tiene el mismo sentido que las campañas políticas: convencer al indeciso. Convencerlo de que no lo haga. Pero por sí sola resulta totalmente insuficiente. ¿Alguien realmente se cree que quien tiene la firme convicción de delinquir se para a calcular cuántos años le pueden caer? Chirría bastante que seamos uno de los países de Europa con mayor población carcelaria y a la vez tengamos una de las tasas de delincuencia más bajas ¿Será que algo estamos haciendo mal? Además, el problema que tiene que la protección de bienes tan importantes como son la vida, la salud o la libertad sexual se le encargue al derecho penal es que únicamente entrará en acción el Estado cuando el mal ya se haya producido. Lo ideal sería impedir que eso ocurra, y no centrarse tanto en castigar a quien lo hace. Está bien castigar, sí, pero mejor está no permitir que, por ejemplo, una víctima de agresión sexual, tenga que cargar con las graves consecuencias psicológicas durante toda la vida. Resulta necesario evitar que se produzca ese mal, ser capaces de anticiparnos. He oído hablar que la criminología puede resultar útil. Lo ideal sería dejar trabajar a los especialistas en el crimen. No se trata ni de políticos, ni fiscales, ni jueces€ Sino criminólogos. Formados hasta el tuétano para prevenir el crimen y reducir las tasas de criminalidad. Pero claro, la mentalidad española cree que aumentando la pena es suficiente. ¿Y cuando alcancemos el máximo que la Constitución nos permita? – que por cierto ya lo hemos hecho -. El verdadero problema que supondrá un quebradero de cabeza vendrá cuando alguien sea tan malo, tan malo, tan malo, que no sea suficiente con enviarlo a la cárcel y tengamos que enviarlo a la cárcel de la cárcel.

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