LA VANGUARDIA.COM – (AGENCIA EFE, MADRID).- Una jueza de San Sebastián ha ordenado el traslado de un preso etarra al País Vasco para asistir a un juicio por una causa colateral a su condena, precisando, en contra de lo que es habitual, la cárcel a la que debe ir y con una antelación también mayor a la que suele hacerse. ‘El interno deberá estar en el centro penitenciario de Martutene -Guipúzcoa- (No en Álava) antes del día 5 de mayo de 2017 a fin de estar a disposición de su letrado para la preparación del juicio con suficiente tiempo’, reza la orden de la titular del juzgado de lo Penal número 3 de Donostia, a la que ha tenido acceso EFE. Se trata del recluso etarra J. M. A. R. que se enfrenta a un juicio por quebrantamiento de condena. Con una condena inicial por terrorismo de 51 años de cárcel, el preso incumplió las obligaciones que le imponía la libertad condicional que se le concedió en su día y huyó dos veces hasta que fue detenido el pasado mes diciembre en Marsella (Francia) cuando estaba a punto de irse a Latinoamérica. No es habitual que los jueces digan a qué cárcel se tiene que trasladar a un interno cuando debe enfrentarse a un juicio (casi siempre lo decide Prisiones), pero la magistrada de San Sebastián ha sido tajante y deja claro que J. M. A. R. no vaya a la cárcel de Zaballa (Álava), donde suelen trasladarse a los reclusos en esa situación, sino que ‘deberá estar’ en Martutene ‘antes del día 5 de mayo de 2017’. Y lo ordena así para que J. M. A. R., que cumple condena en la cárcel de Alcalá-Meco, esté ‘a disposición de su letrado’ -un abogado que habitualmente defiende a acusados vinculados con ETA- para la vista oral que tendrá lugar el día 15 de este mes a las 9.30 horas, adonde acudirá desde una prisión ya obsoleta. Se trata de un preso con especiales características, que padece una enfermedad -varices esofágicas- por las que en 1992 la entonces titular del juzgado número 1 de Vigilancia Penitenciaria de Madrid, Manuela Carmena, decidió concederle el tercer grado con vistas a su libertad condicional al ‘padecer enfermedad muy grave con padecimientos incurables’. Cuando finalmente se le concedió, J. M. A. R. incumplió la obligación de comparecer quincenalmente y estuvo huido doce años; volvió a prisión y huyó dos veces más aprovechando su situación especial debido a su estado de salud, hasta su detención en Marsella. En una de las ocasiones en las que huyó, el magistrado Javier Gómez Bermúdez le había denegado la libertad porque el etarra ‘ni ha condenado expresamente la violencia ni ha pedido perdón a sus víctimas’, aunque si le concedió un régimen de semilibertad con control telemático debido a su enfermedad. No obstante, J. M. A. R. rechazó ese control y se puso en huelga de hambre, por lo que finalmente el juez se limitó a imponerle la obligación de comparecencias quincenales que volvió a incumplir. Como ha ocurrido en ocasiones con otros presos, según apuntan a EFE fuentes del entorno de las víctimas, J. M. A. R. podría aprovechar estos días en Martutene previos a su juicio para recibir a médicos de su confianza -a los que tiene derecho- y presentar nuevos informes sobre su estado de salud que le favorezcan de cara a su situación penitenciaria o retrasen su vuelta a la prisión madrileña. Nacido en Tolosa (Guipúzcoa) en 1963, J. M. A. R. participó en el asesinato de varios militares y formó parte del comando Vizcaya que secuestró al industrial y directivo del Athletic Club de Bilbao Juan Pedro Guzmán el 30 de diciembre de 1985, por el que ETA obtuvo un rescate de 200 millones de pesetas.