Historias
-En las bibliotecas de la prisión, es tan demandado como Ken Follett, Stephen King o Pérez-Reverte... Se llama Julián Ríos, se cartea con centenares de internos y su manual para defenderse de la cárcel (nueve ediciones) es el libro favorito de los reclusos-Opinión del juez Pablo Ruz: Por qué a Julián le gustan los líos
EL MUNDO (PEDRO SIMON).- Gabriel mató a un policía durante el atraco a un banco. A causa del intercambio de disparos, se quedó en silla de ruedas. Mientras cumplía condena, comenzó el deterioro: se volvió esquizofrénico y un día se rajó el vientre. Ya fuera, cuando tenía un brote, oía voces internas que le decían que matase a sus compañeros de casa. A Alberto lo conoció en una habitación de Traumatología del Hospital de La Paz. Tenía una cadera y algunas vértebras rotas después de haberse caído desde un quinto. Ya no volvió a robar. Ni tampoco a consumir drogas. Estuvo cinco años en la misma casa que Gabriel. A Jesús se lo presentó el anterior. Era alegre, tocaba la guitarra y permaneció cuatro años en aquel piso. Jamás superó su adicción a la heroína. Hallaron su cuerpo junto al río. A Rufino se lo encontró cuando salía de la cárcel de Navalcarnero. El interno estaba sin blanca y le preguntó que si le acercaba a Madrid. En el trayecto le contó su historia. Terminó en casa con los demás. A los dos años se suicidó. Si algo tienen en común Gabriel, Alberto, Jesús y Rufino no es sólo la biografía carcelaria, sino también que un día conocieron a un profesor de Derecho Penal entusiasta, estoico, desgarbado, conciliador y llamativamente generoso llamado Julián Ríos. En 25 años ha acogido en su casa a 115 personas que nadie quería, imparte docencia de la Universidad Comillas (ICADE) en Madrid, le dio clases a Pablo Ruz, ejerció varios años de abogado, trabaja como mediador penal, ha sentado a hablar a un ex etarra con la hija de una guardia civil asesinado por ETA, al hombre que vendió los explosivos del 11-M con una de las víctimas que iba en el tren y -además o quizá por todo ello- es el sexto autor más leído en las prisiones españoles. No es porque Julián Ríos escriba novelas trepidantes o alumbre best-sellers como la Rowling. Sino porque es el autor de un mamotreto de 1.191 páginas, 600 preguntas, 110 formularios y un montón de pistas titulado Manual de ejecución penitenciaria. Defenderse de la cárcel (17.000 ejemplares distribuidos y nueve ediciones) con el que el jurista enseña a los internos españoles a velar por sus derechos dentro de prisión. ‘¿Las mujeres presas que tengan hijos menores pueden ingresar en la cárcel con ellos?’. ‘¿Cuáles son los pasos siguientes al ingreso en prisión cuando se han tomado a la persona presa todos los datos de filiación?’. ‘¿Ante quién se recurre la denegación de un permiso?’… En efecto, según datos de Instituciones Penitenciarias, por detrás de Alberto Vázquez Figueroa, Arturo Pérez-Reverte, Ken Follett, Stephen King y Dan Brown, en la lista de autores más leídos está este hijo de un autobusero y una costurera que estuvo durante 17 años haciéndose cargo de la defensa de los presos que se lo pedían sin cobrarles una minuta. En un mundo (el penitenciario) en que no es extraño ver volar puentes, el profesor Ríos se dedica a tenderlos. ‘Hay que intervenir desde la ley con la mayor humanidad posible, cuidar a la víctima en sus necesidades más profundas y tratar de que el perpetrador tome conciencia’. Basta con estar en su casa para entender algunas cosas: el recio minimalismo de un tipo que está acostumbrado a estirar sus 3.000 euros de profesor universitario hasta con 11 compañeros de piso que no tienen ingresos. Basta con ver el estado de su mesa en la facultad para entender otras: carpetas y carpetas con misivas de presos. Desde Alicante y desde Pontevedra, desde Granada y desde Barcelona. -¿Las contestas todas? -Imposible, pero sí las que puedo. Es raro el día en que no me llega una carta de una persona presa. Una carta escogida a voleo, una entre cientos. El preso ha escrito la dirección en el remite: ‘Almacén de Seres Humanos de Sevilla II’. Luego cuenta una historia muy triste. TEXTO COMPLERO EN PDF ADJUNTO
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