El proceso de volver a casa
España recibe 67 presos desde Perú, la mayor repatriación de la historia
EL MUNDO.ES – (ISABEL F. LANTIGUA Y REBEKA YANKE, MADRID).- ‘Me detuvieron en el aeropuerto peruano Jorge Chávez porque llevaba dos kilos de cocaína conmigo. Era diciembre. Me condenaron a seis años y ocho meses y he cumplido la condena entera. Desde agosto estoy fuera’. Rafael Rodríguez habla en plata. Cuenta que llegó a Perú en 2010 y que lo hizo ‘con la intención de capear la crisis’. Tenía 27 años entonces y, ahora, con 34, rememora para EL MUNDO su estancia en dos cárceles peruanas -Sarita Colonia y Ancón II- horas antes de aterrizar este mediodía en Barajas, en un avión procedente de Lima con 67 personas a bordo (32 presos y 35 ex presos), en la mayor repatriación que se ha hecho nunca en España. ‘Aquellas cárceles son un desastre. Hay superpoblación de internos, un pabellón para 100 donde éramos 800, gente durmiendo por los suelos…’, recuerda. En 2013 le diagnosticaron, casi por casualidad, una fase avanzada de tuberculosis y estuvo hospitalizado ocho meses. Tras este difícil periplo, ‘alivio’ es la palabra que más repite estos días. No ve la hora de llegar a Madrid, desde donde correrá a Galicia para encontrarse ‘lo primero de todo’ con su madre. ‘Nadie ha podido visitarme en Perú pero, la verdad, tampoco me hubiera gustado que vieran las condiciones en las que estaba’, dice Rafael, que tiene ‘una lista interminable de cosas’ que quiere hacer en España. En el avión que llega este viernes vienen personas que cumplirán aquí parte de su condena y otras que, tras salir de la cárcel, se encontraron en situación de indigencia y vulnerabilidad. Hay varias mujeres y menores. ‘Es una satisfacción enorme poder traerlos’, declara a este diario María Victoria González Bueno, directora general de Españoles en el Exterior y de Asuntos Consulares y Migratorios. ‘Aunque existe un convenio bilateral con Perú para la repatriación de presos desde 1996 y las autoridades de allí están colaborando mucho, ha costado organizar este contingente. Y nos alegramos de que haya sido posible porque las condiciones de aquellas cárceles son malas’, admite quien fuera cónsul general en Quito durante tres años. Conocedora de la situación, cuenta que ‘por no tener, muchos presos no tienen ni siquiera un colchón cuando ingresan en la cárcel. Lo deben comprar’. Además, cita que entre esas rejas hay ‘falta de higiene, inseguridad interna, riesgo de enfermedades que se ven agravadas por el mal de altura y otras complicaciones’. (…) TEXTO COMPLETO EN ARCHIVO .PDF ADJUNTO
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