El movimiento de insumisión que llevó a cientos de jóvenes a prisión está de aniversario

SOCIEDAD

Se cumplen 30 años de la primera presentación de insumisos en los juzgados que originó la entrada en prisión de hasta 1.500 jóvenes antimilitaristas que se negaban a hacer la mili y la prestación social sustitutoria, el mayor movimiento de desobediencia civil de este país.

PUBLICO.ES (SANTIAGO F. REVIEJO).- Fue, nunca mejor dicho, una lucha sin cuartel, tenaz, aunque nadie levantara una mano, tirara una piedra, quemara un contenedor. Fue una lucha que llevó a prisión a cientos de jóvenes españoles que incumplieron la ley a conciencia en la mayor campaña de desobediencia civil de este país y de las más importantes que se hayan llevado a cabo en Europa. Su bandera era la no violencia, su objetivo, la desaparición del servicio militar obligatorio, a corto plazo, y la de los ejércitos y la violencia, a otro mucho más largo. El primero, lo consiguieron. El segundo, todavía es una quimera. Se cumple ahora, en 2019, el 30 aniversario del comienzo de la campaña del Movimiento de Objeción de Conciencia (MOC) de insumisión al servicio militar y a la Prestación Social Sustitutoria (PSS), creada para quienes rechazaban ir a un cuartel por razones éticas. Entre febrero y junio de 1989, se presentaron de forma voluntaria ante los jueces de diferentes capitales españolas cerca de 200 jóvenes que se negaban a hacer ninguno de los dos servicios que estaban obligados a realizar sólo los hombres al cumplir los 19 años, bajo pena de cárcel de un mínimo de dos años, cuatro meses y un día, si no lo hacían. Esos 200 fueron los primeros, luego se sumaron muchos más, miles de jóvenes más que, en las manifestaciones que se prodigaban por todo el país, cada vez más multitudinarias, gritaban: ‘insumisos pa lante, militares pa tras’. El Gobierno de Felipe González, con mayoría absoluta del PSOE desde 1982, intentó contener la avalancha con un ‘indulto encubierto’, según el MOC, de más de 21.000 objetores de conciencia al servicio militar que habían sido reconocidos antes de 1988 y a los que se eximía de realizar cualquier tipo de prestación. Sin embargo, esa medida no consiguió parar la marea: objetores ‘indultados’ volvieron a presentarse como objetores para seguir desobedeciendo una ley que consideraban totalmente injusta, y cientos de jóvenes continuaron declarándose insumisos en toda España. La ola era ya imparable. ‘En los años 80 se vivió un boom en España en el que la gente empieza a tomar conciencia de lo que es la libertad después de tantos años de franquismo, de la represión de las ideas, con un tejido social cada vez más amplio y participativo’, explica Enrique Luna, histórico integrante del MOC en Sevilla, uno de los primeros grupos de este movimiento de objeción antimilitarista que se creó en España. Ese magma social en ebullición constante y una estrategia de ‘acción no violenta’ desarrollada con una preparación minuciosa y una ‘enorme creatividad’ fueron los que propiciaron el éxito de esta movilización sin precedentes, añade José Luis Batres, objetor y hermano de Francisco Javier Batres, ‘Frasco’, ya fallecido y uno de los primeros insumisos a la PSS que ingresó en prisión, siendo estudiante en la Universidad de Sevilla. Pepe Beunza, el primero en declararse objetor en España por razones éticas y políticas en el año 1971 y preso hasta 1974, lo explica así en un artículo publicado en 2014: ‘La persona que dice no a lo que considera una obligación injusta, lo hace públicamente y acepta las consecuencias, desarrolla una fuerza más poderosa que un estado, un dictador o una ley. Así entiendo yo la objeción de conciencia. Siempre se paga un precio, a veces pequeño, pero, según en qué circunstancias, puede significar la libertad o la vida. En este caso, el efecto dominó puede ser tan importante que consiga que las leyes injustas desaparezcan o los tiranos caigan’. (DOCUMENTO COMPLETO EN PDF ADJUNTO)

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