-Instituciones Penitenciarias tiene paralizado un estudio de la Universidad de Huelva, desarrollado en las cárceles de Huelva y Córdoba, que explora la relación entre determinadas áreas del cerebro y la violencia -El Gobierno valora si puede seguir ejecutándose y acaba de remitir un amplio informe al Defensor del Pueblo, que inició una actuación de oficio para ver de qué manera y sobre qué internos se realizaron las pruebas -Una vulneración de los más esenciales derechos fundamentales de las personas presas, apuntan desde la Subcomisión de Derecho Penitenciario del CGAE
ELDIARIO.ES (JAVIER RAMAJO).- Una técnica de estimulación transcraneal denominada tDCS para explorar la relación entre determinadas áreas del cerebro y la agresividad fue aplicada el año pasado a 41 personas presas de los centros penitenciarios de Córdoba y Huelva, en el marco de un estudio académico de la Universidad de Huelva. Una corriente eléctrica suave y continua durante 15 minutos, y en tres días consecutivos, permitió que esos internos presentaran posteriormente niveles más reducidos de agresividad, según las primeras conclusiones del ‘experimento’, publicadas en la revista internacional de divulgación científica New Scientist. Voces en el sector penitenciario y activistas por los derechos humanos claman contra lo que consideran una ‘vulneración de los más esenciales derechos fundamentales de las personas presas’, principalmente por tomar a los internos como ‘conejillos de indias’ en un contexto como el penitenciario. De momento, Instituciones Penitenciarias, que dio su permiso en 2016 (en tiempo del Gobierno de Rajoy), ha optado por detener su aplicación, pero analiza si el estudio puede seguir desarrollándose o no. ‘El estudio está paralizado. Las últimas pruebas se realizaron en el primer semestre del año pasado, cuando todavía no había desembarcado la nueva administración’, dicen fuentes de Instituciones Penitenciarias, que acaba de remitir un dossier informativo de unas 400 páginas al Defensor del Pueblo Español en el que se responden todas las cuestiones que planteó tras la actuación de oficio iniciada por la institución. ‘La valoración del estudio es lo que se está haciendo en este momento para determinar si continúa o no. Por el momento no se ha tomado ninguna decisión’, añaden las fuentes oficiales de Interior. Sin ‘efectos adversos importantes’ La persona que lidera el ensayo es Andrés Molero, profesor titular y coordinador del Área de Psicobiología de la Universidad de Huelva, que explica a este periódico en que consistió: ‘Aplicamos una corriente continua de muy baja intensidad (1.5 mA) durante 15 minutos en la región cerebral objetivo (la corteza prefrontal), durante tres días consecutivos, y evaluamos los posibles cambios en la agresividad autopercibida de los participantes con respecto a las puntuaciones obtenidas antes de la estimulación. No se registró ningún incidente en el estudio, los participantes no reportaron ningún efecto relacionado con el estudio, y, en el caso de los participantes que recibieron estimulación real (frente aquellos que recibieron estimulación falsa), sus puntuaciones en agresividad autoinformada se redujeron significativamente’. La técnica tDCS, que se aplica con unos electrodos colocados en la frente, dice Molero que ‘está validada científicamente, es segura y no induce efectos adversos importantes’. Los más frecuentes son ‘algo de picor y calor en la zona de la piel bajo el electrodo’, señala, añadiendo que la técnica ‘se emplea en numerosos hospitales y centros de salud de todo el mundo con un potencial terapéutico y de investigación muy alto’. Las personas presas que participaron en el estudio fueron diferenciados según el grado de agresividad (con condena por asesinato y sin ella), a quienes se se evaluaron cuatro dimensiones de agresión mediante un cuestionario estandarizado. El profesor explica los motivos que le llevaron a realizar el estudio, publicado también en ScienceDirect: ‘Debido a la relevancia científica que supone conocer mejor las áreas del cerebro relacionadas con la agresividad, solicitamos permiso al Ministerio del Interior para realizar el estudio en prisiones, que nos concedieron en 2016 y nos ratificaron en febrero de 2019. Los participantes eran voluntarios, no recibieron ninguna compensación o privilegio de algún tipo por su participación, y solo aquellos que cumplieron con los criterios de inclusión y exclusión, y firmaron el consentimiento informado, el documento de información del estudio y la hoja de condiciones de exclusión del estudio, pudieron participar’. Al tratarse de dos prisiones distintas se realizaron dos solicitudes, una para cada prisión, apunta el profesor, en ambos casos autorizadas por Instituciones Penitenciarias. TEXTO COMPLERO EN PDF ADJUNTO
Documento PDF: