CADENA SER. COM – (RADIO PALENCIA, JULIO VILLARRUBIA).-Hoy les voy a contar algo sobre el Código Penal y la delincuencia en España. Escuchamos, con frecuencia, que los delincuentes entran por una puerta y salen por la otra…, que la justicia es muy blanda…, etc. Pues bien: si se refieren a los delincuentes de cuello blanco, que tanto daño causan a la sociedad, coincido con ustedes. De estos delincuentes, han sido pocos los perseguidos, menos los condenados y además, generosamente indultados. Sin embargo, en relación a las personas normales, deben conocer ustedes que tenemos un Código Penal que es de los más duros de Europa. Quizás no sepan que España es el cuarto país de Europa con la tasa más baja de criminalidad y que, pese a ello, tenemos una población reclusa de las más altas de los países de nuestro entorno. Eso sí, las cárceles se llenan con los pobres, porque nuestro Código Penal es fuerte con los débiles y muy débil con los fuertes. Esta situación la intentamos cambiar con la reforma del Código Penal de junio de 2010, que trató de humanizar el durísimo Código y se le dotó de instrumentos para perseguir los delitos de corrupción. Los resultados los estamos viendo, pero queda mucho por hacer en el combate contra la metástasis de corrupción que inunda nuestro país. El Partido Popular, ya en diciembre de 2012, volvió por sus fueros y criminalizó conductas de trabajadores, desempleados y pensionistas, a la vez que creaba nuevos espacios de impunidad para los delincuentes de cuello blanco. La última reforma del Código Penal de 2015 junto a la mal llamada Ley de Seguridad Ciudadana, confirman que las tesis más conservadoras e injustas, se han instalado de lleno en nuestro derecho punitivo y suponen un grave atentado contra los derechos y libertades en nuestro país y a la calidad de nuestra democracia. Estas pinceladas sobre alguna materia en la que he trabajado bastante tiempo, indican como, a veces, la apariencia creada y extendida no tiene nada que ver con la realidad. Los eslóganes y las frases hechas triunfan y el rigor y la verdad no cotizan al alza. La excesiva duración de la estancia de personas en nuestras cárceles, por delitos de escasa entidad, produce un enorme coste económico y de sufrimiento familiar y personal que debemos ponderar. Eso sí, contra la corrupción la lucha debe ser sin cuartel, acabando con la larga impunidad que hemos tenido y prohibiendo por Ley, que los condenados por delitos de corrupción puedan ser indultados.