ANDALUCÍA
Los programas específicos de intervención de Instituciones Penitenciarias apenas cuentan con análisis de sus resultados para evaluar su funcionamiento. Las evaluaciones se externalizan con colaboraciones de profesores universitarios y se difunden en foros especializados pero no suelen hacerse públicos. El experto en violencia de género Miguel Lorente considera que los datos objetivos que ofrece el informe de evaluación pueden ser tomados como válidos pero que la cuestión tiene muchos matices porque la casuística es grande
ELDIARIO.ES (JAVIER RAMAJO).- El programa de la Secretaría General de Instituciones Penitenciarias ‘Violencia de género: Programa de Intervención para Agresores’ ‘resulta eficaz para reducir la tasa de reincidencia de los agresores de pareja’. Lo dice uno de los dos estudios conocidos para evaluar si funcionan ese tipo de programas (existen 21 diferentes, según el tipo de delito), cuyo fin último es reinsertar socialmente a las personas condenadas y evitar la reincidencia. El estudio, titulado ‘Reincidencia de los agresores de pareja en Penas y Medidas Alternativas’, dice entre otras cosas que, al año de haberse realizado la intervención y tratamiento terapéutico, no habían vuelto a tener una denuncia policial por un presunto delito de violencia de género el 95,4% de los participantes en el programa, y a los cinco años continuaban sin nuevas denuncias en un 93,2% de los casos. El estudio, que contó con una muestra de 770 penados, fue elaborado por el Instituto de Ciencias Forenses y de la Seguridad de la Universidad Autónoma de Madrid, por el que recibió 18.000 euros. A tenor de esos datos, la eficacia de este programa (que, por otro lado, solo sigue el 17% de los condenados) parece demostrada. El experto en violencia de género Miguel Lorente considera que los datos ‘objetivos’ que ofrece el referido informe de evaluación pueden ser tomados como ‘válidos’ pero que la cuestión tiene ‘muchos matices’ porque la casuística es grande, teniendo en cuenta que ‘hay un porcentaje muy alto de mujeres que no denuncian’, por ejemplo. En ese sentido apunta que en este tipo de programas se somete a la persona al final de la evaluación a una serie de pruebas para ver si se ha modificado su percepción de la violencia, pero tampoco se puede reducir la conducta violenta a una serie de alteraciones que se puedan corregir con un programa. ‘Lo primero que hacen es tomar conciencia del daño que provoca su conducta, que en muchos casos justifican, y eso es lo que más cuesta al principio’, señala. Lorente indica que ‘los programas de reeducación ayudan a tener en cuenta como factor de prevención de nuevas agresiones, pero en ningún caso deben interpretarse como una modificación sino más bien como una toma de conciencia más profunda del significado de su conducta para que de manera voluntaria la dejen de llevar a cabo’. ‘No son la clave para acabar con la violencia de género y se han de interpretar como un factor más para corregir ese tipo de conductas, sobre todo en gente más joven que pueda modificarla’. ‘Es un terreno muy complejo’, añade, ya que ‘estos programas inciden sobre unas cuestiones para romper con esas ideas rígidas machistas’, haciendo hincapié en que el formato de estos programas (en grupo, una vez por semana, etc.) ‘no permiten abordar cuestiones individuales de cada persona’. ‘Los programas ayudan algo’ pero ‘habría que definir mejor la población diana a la que van dirigidos, porque cada caso es diferente’, apostando por ‘mejorar su diseño’. (DOCUMENTO COMPLETO EN PDF ADJUNTO)
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