Miles de reclusas pasaron por el Caserón de la Goleta, actual sede de la Policía Local, donde las condiciones de vida resultaban «infrahumanas». En muchos casos ni siquiera constaba el motivo de encarcelamiento
SUR (ALBERTO GÓMEZ).- Fueron acusadas de delincuentes, alcohólicas y psicópatas, mujeres «degeneradas» con tendencia a la infidelidad, el divorcio o las relaciones lésbicas. Muchas de ellas no sabían leer ni escribir y acabaron siendo obligadas a firmar sus expedientes procesales con el dedo. Tampoco tuvieron posibilidad de defenderse en los consejos de guerra y los juicios sumarísimos abiertos por delitos tan ambiguos como «rebelión» o «atentados contra la moral pública», aunque en realidad poco importaba porque, en la mayor parte de los casos, el régimen franquista ya había dictado sentencia. Miles de mujeres fueron encerradas por ser pareja, madre o hermana; a veces, simplemente, por estar en el lugar equivocado. No pasaron a la historia, pero protagonizaron la Guerra Civil y la posguerra con las mismas dosis de dolor, desprecio y sangre que los hombres. En Málaga, sólo una pequeña placa en la actual sede de la Policía Local, antigua prisión de mujeres, recuerda aquel horror silenciado. El Caserón de la Goleta sirvió durante décadas como cárcel para hombres, con la excepción de algún habitáculo destinado a mujeres, hasta que el pésimo estado de las instalaciones forzó su cierre y la construcción de otro edificio en 1933. La nueva prisión provincial, con agua corriente como destaca la prensa de la época, fue inaugurada el 2 de febrero de 1934. Por entonces había encarcelados 291 hombres y cuatro mujeres. La diputada malagueña Victoria Kent había liderado las mejoras introducidas en el sistema de prisiones, del que era directora, convencida de la necesidad de reformar las cárceles españolas desde un talante más humanista. Declarada la Guerra Civil, la situación cambió de forma radical. A la ocupación franquista en la provincia, en 1937, le siguieron detenciones masivas que obligaron a habilitar el viejo Caserón de la Goleta como cárcel para mujeres pese a las denuncias por insalubridad. Por allí pasaron cerca de 4.000 presas, según las investigaciones de las profesoras Encarnación Barranquero, Matilde Eiroa y Paloma Navarro, quienes en los años noventa accedieron a los expedientes de las reclusas, ahora protegidos por la ley de datos. El historiador Víctor Heredia recuerda que la masificación en la prisión de mujeres «provocó condiciones infrahumanas por falta de espacio e higiene, con el resultado de la extensión de enfermedades». (DOCUMENTO COMPLETO EN PDF ADJUNTO)
Documento PDF: